El enfado del "principito" con "el piloto" por la rosa...
CAPÍTULO VII
[…]
- ¡Hablas como los adultos!
Eso me dio un poco de vergüenza. Pero, implacable, agregó:
-¡Confundes todo... mezclas todo!
Estaba realmente muy irritado. Agitaba al viento la cabellera dorada:
-¿Un qué?
- ¡Un hongo!
El principito se había puesto todo pálido de rabia.
- Hace millones de años que las flores producen espinas. Hace millones de años que los corderos a pesar de todo se comen las flores. ¿Y no es importante intentar entender por qué ellas se esfuerzan tanto en hacerse espinas que no sirven nunca para nada? ¿ No es importante la guerra de los corderos y las flores ? ¿No es más serio y más importante que las cuentas de un voluminoso Señor colorado? Y si yo conozco una flor única en el mundo que no existe en ninguna parte salvo en mi planeta, a la que un corderito puede aniquilar de un golpe, así no más, una mañana, sin darse cuenta de lo que hace, ¡eso no es importante !
Enrojeció, luego prosiguió:
Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar en los millones y millones de estrellas, eso basta para que se sienta feliz cuando las mira. Se dice: "Mi flor está allá en algún lado..." Pero si el cordero se come la flor, es para él como si, de golpe, todas las estrellas se apagaran! ¡Y eso no es importante !
No pudo decir nada más. Estalló bruscamente en sollozos. Había caído la noche. Yo había soltado mis herramientas. Bien me burlaba de mi martillo, de mi bulón, de la sed y de la muerte. ¡Había en una estrella, un planeta, el mío, la Tierra, un principito para consolar ! Lo tomé entre mis brazos y lo mecí. Le decía: "La flor que amas no está en peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero... Te dibujaré una coraza para tu flor... Te..." No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo alcanzarlo, dónde encontrarlo... Es tan misterioso el país de las lágrimas.
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