El Principito tiene problemas con su flor.
El Principito tiene problemas con
su rosa y así se lo explica a la serpiente:
– Seguro que las estrellas están
siempre encendidas para que encontremos nuestro planeta. Allá está el mío, ¿lo
ves?
– Muy hermoso- respondió la
serpiente-. ¿Y qué vienes a hacer aquí?
– Estoy disgustado con una flor.
– Ah, vaya- respondió la
serpiente.
[…]
Cuando el Principito descubre las
otras rosas, comprende que la suya es única: “porque yo la he regado, porque ha
sido a ella a la que abrigué con el fanal (…), porque es a ella a la que he
oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en
fin”. Y porque es el tiempo que ha perdido con ella la que la hace tan
importante. Y COMPRENDE: “Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras (…)
Mi flor… soy responsable… ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene
cuatro espinas para defenderse contra todo el mundo…”.
Aunque mi ROSA no sea perfecta,
ES MI ROSA. Y me necesita, aunque no sepa pedirlo. Y me quiere, aunque no sepa
expresarlo…
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