«¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!».
Capítulo XXVI.
[…]
- Por la noche mirarás las estrellas. La mía es demasiado
pequeña para que te muestre dónde se encuentra. Es mejor así. Mi estrella será
para ti una de las tantas estrellas. Entonces, te gustará mirar a todas las
estrellas. Todas serán tus amigas. Y además voy a hacerte un regalo...
Volvió a reír.
- Ah! hombrecito, hombrecito, me gusta escuchar esa risa !
- Justamente ése será mi regalo... será como con el agua...
- Qué quieres decir ?
- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para
quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas
luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mi hombre de
negocios significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás
estrellas como no tiene nadie...
- Qué quieres decir ?
- Cuando mires el cielo por la noche, dado que yo estaré en
una de ellas, dado que yo reiré en una de ellas, entonces será para ti como si
rieran todas las estrellas. Tú tendrás estrellas que saben reír !
Y volvió a reír.
[…]
Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una
de ellas [las estrellas], como yo reiré en una de ellas, será para ti como si
rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!
Entre dos amigos siempre se construyen complicidades, y eso
nos lo recuerda el principito, que se prepara para despedirse de su amigo en la
Tierra y volver a su planeta. En nombre de su amistad, las estrellas se
convierten para el aviador del cuento en un motivo para sonreir, recordando a
su amigo el principito.
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