La moraleja o enseñanzas en este capítulo se centra en las obligaciones de cumplir las tareas del día a día.
El principito decide abandonar su planeta y aprovecha una migración de pájaros salvajes, pero antes de marcharse quiere quedar todo preparado.
En el capítulo IX se hacen referencia a las tareas comunes
del día a día. No son un
problema como los baobab; son simplemente cosas que hay que
hacer para que todo
vaya bien, y hay que hacerlo aunque no nos guste. Aquí se
hace hincapié en el
trabajo, el esfuerzo, la constancia y la disciplina.
CAPÍTULO IX
Creo que aprovechó, para su evasión, una migración de pájaros
salvajes. La mañana de su partida ordenó bien su planeta. Deshollinó
cuidadosamente sus volcanes en actividad. Tenía dos volcanes en actividad, lo
cual era muy cómodo para calentar el desayuno a la mañana. Tenía también un
volcán apagado. Pero, como él decía, "Nunca se sabe!". Deshollinó
entonces también el volcán apagado. Si están bien limpios, los volcanes arden
suave y regularmente, sin erupciones. Las erupciones volcánicas son como fuegos
de chimenea. Evidentemente en nuestra tierra somos demasiado pequeños para
deshollinar nuestros volcanes. Es por eso que nos causan cantidades de
problemas.
El principito arrancó también, con un poco de melancolía, los
últimos brotes de baobabs. Creía que nunca más iba a volver. Pero aquella
mañana, todos esos trabajos familiares le parecieron extremadamente agradables.
Y, cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo bajo su
globo, descubrió que tenía ganas de llorar.
Pero ella no le respondió.
- Adiós- repitió.
La flor tosió. Pero no era a causa de su resfrío.
- He sido tonta- le dijo al fin. - Te pido perdón. Procura
ser feliz.
Él se sorprendió por la ausencia de reproches. Se quedó ahí
desconcertado, con el globo en el aire. No comprendía esa calma dulzura.
- Pero sí, te quiero- le dijo la flor. - No lo supiste, por
mi culpa. Eso no tiene ninguna importancia. Pero tú has sido tan tonto como yo.
Procura ser feliz... Deja ese globo tranquilo. Ya no lo quiero.
- Pero el viento...
- No estoy tan resfriada.... El aire fresco de la noche me
hará bien. Soy una flor.
- Pero los bichos...
- Debo soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las
mariposas. Parece que es hermoso. Si no, quién habrá de visitarme ? Tú estarás
lejos. En cuanto a los animales grandes, no les temo. Tengo mis uñas.
Y mostraba cándidamente sus cuatro espinas. Luego agregó:
- No des más vueltas, es irritante. Has decidido partir.
Vete.
Porque no quería que la viera llorar. Era una flor tan
orgullosa...
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