EL AMOR
Amar no es poseer. Amar, aún en la distancia, es alegrarse
por la existencia del otro en nuestra vida. Por eso, podemos sentir felicidad
al saber que nuestro ser amado vive en alguna parte.
«Si alguien ama a una flor (...) es bastante para que sea
feliz cuando mira a las estrellas»
Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un
ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea
feliz cuando mira a las estrellas. Se dice: “Mi flor está allí, en alguna
parte…”
«El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan
importante».
Las relaciones ganan importancia por el tiempo que dedicamos
a ellas, porque es el tiempo lo que las construye. El tiempo es el único bien
que no regresa de ninguna forma. Cuando entregamos nuestro tiempo, nos
entregamos a nosotros mismos. Por eso las relaciones que cultivamos son
especiales.
«Mi flor es efímera (...) ¡Y la he dejado totalmente sola en
mi casa!».
En un momento dado, el principito recuerda que su rosa «¡sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra el mundo!». Allí comprende cuán vulnerable es, y de que ha hecho mal en abandonarla. Solo cuando nos damos cuenta de que la vida es vulnerable y efímera, entendemos la importancia de amar y hacer presencia, de cuidar al otro cuando lo necesita y de cultivar las relaciones humanas.
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