El hombre de negocios:
Representa la avaricia
y la ambición. El personaje está siempre
ocupado contando las estrellas que posee y las que piensa poseer; planea
utilizarlas para comprar más estrellas y ser más rico. No tiene tiempo para
nada ni para nadie, todo le fastidia. En realidad, es un esclavo del trabajo
que no es feliz porque no ha aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas de la
vida.
Capítulo XIII
El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios.
Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada
del Principito.
− ¡Buenos días! −le dijo éste−. Su cigarro se ha apagado.
− Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince.
¡Buenos días!
Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No
tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma
quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
[…]
− ¿De quién son las estrellas? −contestó punzante el hombre
de negocios.
− No sé. . . De nadie.
− Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se
le ha ocurrido la idea.
-¿Y eso basta?
-Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie
reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la
isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie
puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes
que yo, ha pensado en poseerlas.
− Eso es verdad –dijo el Principito− ¿y qué haces con ellas?
− Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez
−contestó el hombre de negocios. Es algo difícil. ¡Pero yo
soy un hombre serio!
El Principito no quedó del todo satisfecho.
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