jueves, 31 de marzo de 2022

EL NACIMIENTO DE LA FLOR DEL PRINCIPITO. CAPÍTULO VIII (2)

 El nacimiento de la rosa y los cuidados del principito.

Retazo 2º (continuación)

………………..

CAPÍTULO VIII



El Principito conoce a su rosa.

[…]

–Creo que es hora de desayunar –agregó la flor–; si tuvieras la bondad…

Y el principito, algo confuso, buscó una regadera y la roció con agua fresca.

Y así fue como ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día hablando de sus cuatro espinas, le dijo al principito:

—¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!

–No hay tigres en mi planeta –objetó el principito–.

Además, los tigres no comen hierba.

–Yo no soy una hierba –respondió dulcemente la flor.

–Perdón...



–En verdad los tigres no me atemorizan, pero tengo horror a las corrientes de aire. ¿No tienes un biombo?

“¿Horror a las corrientes de aire?

Si son buenas para las plantas – pensó el principito –. Esta flor es muy complicada…"

–Y por la noche ¿podrás protegerme con un capelo?...

¡Hace mucho frío en tu tierra! Es más cómodo allá de donde vengo… Pero recordó que había llegado como semilla y que era del todo evidente que no podía conocer otros mundos, entonces se interrumpió y disimuladamente tosió dos o tres veces para atraer la simpatía del principito.

–¿Y el biombo?

–Iba a traerlo, pero no dejas de hablarme…


Tosió con insistencia para crearle remordimiento.

Así, a pesar de la buena voluntad de su amor, el principito llegó a dudar de ella.

Había puesto demasiada atención a palabras sin importancia y se sentía desdichado.

"No debí haber hecho caso a sus palabras –me confesó un día–. No hay que hacer caso a lo que dicen, basta con mirarlas y aspirar su aroma. Mi flor perfumaba mi planeta y, en ese entonces, no bastó para complacerme… Aquella historia de garras y tigres que tanto me molestó al principio, terminó por enternecerme".

Y me confío aún más:

"¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡Ella perfumaba e iluminaba mi vida! ¡No debí haber huido! ¡No supe reconocer la ternura detrás sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Y… yo era demasiado joven para saber amarla".

miércoles, 30 de marzo de 2022

EL NACIMIENTO DE LA FLOR DEL PRINCIPITO. CAPÍTULO VIII

El nacimiento de la rosa.

La rosa es el personaje que simboliza el amor y la inocencia del Principito. La rosa no

es una flor cualquiera; es su amor. Es la metáfora de la mujer que ama y que se ha quedado para siempre en su corazón. Es hermosa, perfumada, perfecta y al mismo tiempo, llena de imperfecciones; es frágil y hay que cuidarla, mimarla, estar siempre

atento; además, es complicada, orgullosa, vanidosa, egoísta y mentirosa. Es la responsable de la huida del Principito por crearle una gran confusión con su forma de

decir las cosas. Sin embargo, es su flor y es única entre todas las demás.

 

Retazo 1º

………………..

CAPÍTULO VIII


Aprendí a conocer esa flor. En el planeta del principito había habido flores comunes, de una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie llamaban la atención.

Asomaban entre la hierba una mañana y morían por la tarde... Pero aquella flor era distinta, había surgido de una semilla llegada quién sabe de dónde, y el principito había vigilado  cuidadosamente aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab, pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a brotar la flor. El principito observó cómo crecía un enorme capullo y presentía que de allí habría de salir una aparición milagrosa; la flor tardaba en definir su forma y en completar su belleza al abrigo de su verde envoltura.


Poco a poco escogía sus colores y ajustaba sus pétalos. No quería salir deslucida; quería aparecer en pleno esplendor de su belleza ¡Era coqueta desde pequeña y su misteriosa preparación le tomó varios días! ¡Una mañana, al salir el sol, por fin se mostró espléndida!

La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:

–¡Oh, acabo de despertar…perdón por estar tan despeinada…!


El principito no pudo contener su embeleso:

–¡Qué hermosa eres!

 –¿Verdad? –Respondió dulcemente la flor–. Además, he nacido al mismo tiempo que el sol. El principito advirtió que ella no era muy modesta, pero ¡era tan conmovedora!

[…]


martes, 29 de marzo de 2022

EL PRINCIPITO Y SU PREOCUPACIÓN POR SU ROSA. CAPÍTULO VII.

La importancia de valorar a las personas especiales por sus actos sin juzgarlas por su apariencia.

Nunca en el asteroide ha brotado una flor como ella. A diferencia de las otras, ella tardó más en abrirse y, además, era muchísimo más bella, ya que tiene muchas capas de pétalos en lugar de una sola.

El momento en que la rosa se presenta ante el principito por primera vez, él queda asombrado por su belleza. Pero casi al mismo momento en el que se conocen, ella empieza a exigir la atención del principito.

El principito reflexiona sobre la actitud que ha tenido hacia ella. Considera que nunca debió prestar atención a sus palabras, sino disfrutar de su belleza y su bálsamo. De todas maneras, también reconoce que, antes de huir de su planeta, era demasiado joven para saber amarla.

El capítulo VIII de “El Principito” trata sobre la importancia de valorar a las personas especiales que puedas tener en tu vida por sus actos sin necesidad de juzgarlas según sus apariencias. No hay necesidad a esperar a las pérdidas para valorar aquello que has tenido al alcance de la mano.

 

CAPÍTULO VII

Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue posible revelar otro secreto de la vida del principito. Me preguntó, como fruto de un problema larga y silenciosamente meditado:

–Si un cordero come arbustos, se comerá también las flores ¿no?

–Un cordero se come todo lo que encuentra.

–¿Aún las flores que tienen espinas?

–Sí; también las que tienen espinas.

–Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?

Confieso que yo no lo sabía. Estaba muy ocupado tratando de arreglar el motor ya que el desperfecto parecía muy grave. Además, el agua se agotaba y todo esto me hacía temer lo peor.

–¿Para qué sirven las espinas?

El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta alguna de sus preguntas. Irritado por la gravedad del arreglo de mi avión, le respondí lo primero que se me ocurrió para salir del paso:

–Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.

–¡Oh!

Y después de un silencio, me dijo resentido:

–¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden y las espinas son su defensa.

No le respondí nada; en ese instante me decía: "Si esto continúa resistiendo, no sé qué más hacer". El principito interrumpió de nuevo mis reflexiones:

–¿Tú… tú crees que las flores…?

–¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles y pueda yo ocuparme de cosas serias.

Se quedó absorto.

–¡De cosas serias!

Me miraba con el martillo en la mano, los dedos negros por la grasa y con medio cuerpo dentro de algo que le parecía muy feo.

–¡Hablas como las personas mayores!

Me avergonzó mucho e implacable, añadió:

–¡Todo lo confundes…! ¡Todo lo mezclas…!

Él estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.

–Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha aspirado una flor, nunca ha observado una estrella, nunca ha querido a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumar y restar. Y todo el día repite como tú:

"¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!"… Y esto lo llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!

–¿Un qué?

–Un hongo.

El principito estaba pálido por el disgusto.

–Hace millones de años que las flores fabrican espinas.

Hace millones de años que los corderos se comen las flores. ¿Y no es serio intentar  comprender por qué las flores hacen tanto esfuerzo en fabricar sus espinas si éstas no van a servirles para defenderse? ¿Es que no es importante la guerra entre los corderos y las flores? ¿No es esto mucho más serio y mucho más importante que las sumas de un señor gordo y colorado?... Y… si yo conozco una flor única que sólo existe en mi planeta y sé que un corderillo puede destruirla sin ni siquiera darse cuenta ¿es qué esto no es importante?

Enrojeció aún más y prosiguió:

–Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar entre millones y millones de estrellas, es suficiente mirar al cielo para ser feliz pues puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, será tan doloroso como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¿Y… esto tampoco es importante?

No pudo decir más. Estalló en sollozos.

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La noche había caído. Yo había dejado el martillo; ya no importaban la avería, la sed y la muerte ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Le pedí perdón, lo arrullé entre mis brazos diciéndole: "la flor que tú amas no corre peligro…te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para tu flor… te… ". Yo ya no sabía qué decirle, cómo consolarle y qué hacer para recuperar su confianza; me sentía muy torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!

lunes, 28 de marzo de 2022

LAS PUESTAS DE SOL, LAS PEQUEÑAS COSAS COMO RECURSO PARA SUPERAR LA TRISTEZA

Las puestas de sol.

 

El principito por ver puestas de sol cuando este está melancólico. Ante la melancolía y la tristeza, en este capítulo “El Principito” nos enseña la importancia de disfrutar de las pequeñas cosas cuando llega la tristeza, las preocupaciones y la nostalgia.

El valor no es la ausencia de miedo, sino más bien la fuerza para seguir adelante a pesar del miedo.


CAPÍTULO VI

¡Ah, mi pequeño amigo, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue observar la dulzura de los atardeceres. Esto lo supe al cuarto día cuando me dijiste:

–Me gustan mucho las puestas de sol. Vamos a ver una.

–Hay que esperar…

–¿Esperar qué?

–Que el sol se ponga.

Primero te sorprendiste; después te reíste de ti mismo. Y dijiste:

–¡Siempre creo que estoy en mi tierra!

Aquí, todos sabemos que cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería necesario trasladarse a Francia en un minuto para verlo, pero

desgraciadamente, Francia está lejos. En cambio, en tu pequeño planeta bastaba arrastrar la silla un poco para observar una maravillosa puesta de sol cada vez que lo

deseabas…

–¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y, un poco más tarde, añadiste:

–¿Sabes? Cuando uno está demasiado triste es bueno ver las puestas de sol.

–Ese día estabas muy triste ¿verdad?

 Pero el principito no respondió

domingo, 27 de marzo de 2022

CONOCIENDO EL PLANETA DEL PRINCIPITO. EL DRAMA DE LOS BOABABS.

El drama de los baobabs. La pesadilla de ‘El Principito’

El capítulo V de “El Principito” nos plantea el drama de los baobabs, con esta metáfora nos expresa la importancia de combatir el miedo, la ira, la inseguridad y los pensamientos negativos de la vida.

Y así descubre para qué necesita el cordero: su planeta es tan pequeño que si deja que crezcan los baobabs se lo comerán entero y por eso está obligado a arrancarlos de raíz cuando son todavía un arbusto. El animal puede ayudarle comiéndose las malas yerbas.

Los baobabs son los problemas que hay que solucionar antes de que sean demasiado complicados, o sea demasiado tarde. Es la moraleja que nos deja el autor, cuando nos alerta: "¡Niños, atención a los baobabs!" Los niños somos nosotros. Hay que estar preparados para afrontar las situaciones que no nos son favorables y estar siempre atentos para diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia.

CAPÍTULO V

Cada día, lentamente y al azar de las reflexiones, aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje del principito. Fue así como, al tercer día, conocí el drama de los baobabs.

Fue también por el cordero y preocupado por una profunda duda, cuando el principito me preguntó:

–¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?

–Sí, es cierto.

–¡Ah, qué contesto estoy!

No comprendí qué importancia tenía para él que los corderos se comieran los arbustos. Pero el principito añadió:

–Entonces se comen también los Baobabs.

Le hice comprender que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como iglesias que incluso llevando todo un rebaño de elefantes, no lograría acabar con un solo baobab.

Esto del rebaño de elefantes hizo reír mucho al principito.

–Habría que ponerlos unos sobre otros…


Y luego añadió juiciosamente:

–Los baobabs comienzan por ser muy pequeñitos.

–Es cierto. Pero… ¿por qué quieres que tus corderos se coman a los baobabs?

Me contestó: "¡Vamos!" como si fuera algo evidente.

Me fue necesario un gran esfuerzo para comprender el problema:

En el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas y, por lo tanto, semillas de unas y otras. De las buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas, malas hierbas. Las semillas duermen en el secreto de la tierra durante un tiempo, hasta que, un buen día, una de ellas despierta en una encantadora ramita que mira hacia el sol. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se puede dejar que crezca como quiera; en cambio, si fuera una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente. El suelo del planeta del principito estaba infestado de semillas de baobabs que si no se arrancan acabando de surgir y en cuanto se les reconoce, pueden cubrir todo el planeta, perforarlo con sus raíces y, si el planeta es muy pequeño y los baobabs son muchos, lo hacen estallar.

"Es una cuestión de disciplina”, me dijo más tarde el principito. “Después de que uno termina su baño matinal, hay también que limpiar la casa, es decir, acicalar cuidadosamente al planeta. Hay que arrancar los baobabs en cuanto se les distingue de los rosales pues se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es fácil aunque fastidioso”. 

El principito aconsejó que me propusiera a realizar un hermoso dibujo para que los niños de mi tierra comprendieran bien estas ideas.

"Si alguna vez viajan —me decía— esto podrá servirles mucho. A veces no hay inconveniente en dejar para un poco más tarde el trabajo; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre fatal. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…"

Siguiendo las indicaciones del principito, realicé el dibujo.

No me gusta adoptar el papel de moralista pero como el peligro de los baobabs es tan desconocido y el riesgo que puede correr quien llegue a perderse en un asteroide es tan grande, no dudo en hacer una excepción y exclamar:

"¡Niños, atención a los baobabs!" Y, sólo con el fin de advertir a mis amigos de los peligros a los que se exponen desde hace tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé con

ahínco en este dibujo. La lección que con él se puede dar, vale la pena.

Es muy posible que alguien se pregunte por qué no realicé otros dibujos tan admirables como el de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: cuando dibujé los baobabs estaba animado por un sentimiento de urgencia.

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Nota

Adansonia es un género de la familia Malvaceae cuyos miembros son árboles conocidos popularmente como baobab, árbol botella o pan de mono. Contiene ocho especies, de las cuales seis crecen en la isla de Madagascar, y de las otras dos, la más conocida, Adansonia digitata, crece en África continental, y la menos conocida y más pequeña, Adansonia gibbosa, en Australia.

Existe una especie de baobab en África continental –marca el árido paisaje de las sabanas de Senegal o de Tanzania entre muchos otros países–, seis en la isla de Madagascar y otra en Australia.

El nombre de baobab tiene su origen del árabe ﺑﻬﺒﺐ (buhibab) «padre de muchas semillas», mientras que el nombre científico proviene del botánico francés (de origen escocés) Michel Adanson.

En el libro de Antoine de Saint-Exupéry, El Principito, el protagonista trata a estos árboles como mala hierba y los arranca del suelo del asteroide en el que vive, antes de que crezcan desmesuradamente y lo destruyan.​

Según una de las leyendas, los baobabs eran unos árboles tan bellos que los dioses les concedieron el don de la larga vida. Entonces, envanecidos por el regalo, comenzaron a crecer desmedidamente llegando incluso a desafiar a los dioses, quienes como lección de humildad los plantaron al revés.

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https://es.wikipedia.org/wiki/Adansonia

 

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sábado, 26 de marzo de 2022

EL PLANETA DE "EL PRINCIPITO" ERA EL ASTEROIDE B 612. CAPÍTULO IV.

 Antes de juzgar a nadie por su apariencia , debemos tratar de conocer el interior de las personas.

En éste capítulo de “ El Principito” , como también en los otros, se hace mención a las diferencias entre un adulto y un niño. Se muestra como un niño, ve lo real de las cosas, lo que son, cómo son, y busca saber más. En cambio a medida que ven creciendo, muchos pierden esta calidad y caen en el el reduccionismo.

En este capítulo la idea principal está en  la importancia de valorar a las personas por lo que son y no por lo que tienen. No dejarse llevar por las apariencias.


CAPÍTULO IV

De esta manera supe otra cosa importante: su planeta era apenas más grande que una casa.

Esto no me sorprendió mucho pues sabía muy bien que además de los grandes planetas como la Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha puesto nombre, existen otros muchos, centenares de ellos, tan, tan pequeños, que a algunos es difícil distinguirlos aun con la ayuda de los telescopios. Cuando un astrónomo descubre uno de ellos, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, "Asteroide 3251".

Tengo suficientes razones para creer que el planeta del principito era el asteroide B 612 el cual, por medio del telescopio, sólo ha sido visto una vez, por un astrónomo turco en 1909.

Este astrónomo, aunque demostró su descubrimiento en un Congreso Internacional de Astronomía, nadie le creyó por su extraña manera de vestir ¡Las personas mayores son así!


Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco obligó a su pueblo vestir a la usanza europea.

Entonces, en 1920, ante otro congreso, el astrónomo volvió a dar la noticia de su descubrimiento y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración.

Si les he contado estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su número, es por consideración a las personas mayores. A los mayores les gustan mucho las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan cosas esenciales como: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? o ¿Si le gusta o no coleccionar mariposas?" En cambio preguntan:

"¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. Si a una persona mayor le decimos: "Hay una casa preciosa de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas sobre el tejado", no pueden imaginarse cómo es. Es preciso decir: "Hay una casa que vale tantos millones de pesos". Entonces exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué hermosa es!"

Si les decimos: "La prueba de que el principito ha existido es que reía, era encantador y quería un cordero”. No lo entienden ni lo creen, aunque “querer un cordero” sea una prueba irrebatible de existencia; las personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que nos comportamos como niños. Pero si les decimos: "el planeta de donde venía el principito es el asteroide B-612", quedarán totalmente convencidas y no dudarán más ¡ni modo!, hay que entender que son así. Los niños deben ser muy condescendientes con las personas mayores.

Claro que nosotros, como sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A mí me habría gustado empezar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría gustado decir: "Érase una vez un principito que vivía en un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…" Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real. No me gustaría que mi libro fuese tomado a la ligera.

Siento tristeza al acordarme de mi amigo. Hace ya seis años que él se fue con su cordero y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de recordarlo bien. Tener un amigo es un verdadero privilegio y si uno se olvida de ellos se corre el riesgo de volverse como las personas mayores que sólo se interesan por las cifras y los números. Para evitar esto, he comprado una caja de lápices de colores.

¡Es muy duro, a mi edad, ponerse a dibujar, cuando en toda la vida no se ha hecho más que boas abiertas y boas cerradas a la edad de seis años! Trataré de hacer retratos lo más parecido que me sea posible, aunque no estoy muy seguro de lograrlo. Uno saldrá bien y otro quizá no tanto.

En las proporciones me equivoco también un poco; aquí, el principito es demasiado alto y allá es muy pequeño.

Dudo sobre los colores de su traje. Titubeo sobre algo y a veces sale bien pero no siempre. En fin, es posible que me equivoque sobre algunos detalles importantes pero habrá que perdonarme ya que mi amigo no daba explicaciones.

Quizá me creía semejante a él y yo, desgraciadamente, no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que ya sea un poco como las personas mayores. Debo haber envejecido.

viernes, 25 de marzo de 2022

ENCUENTRO DEL AVIADOR Y EL PRINCIPITO. CAPÍTULO III

 Encuentro del aviador y el principito.

El Principito esconde un relato filosófico con importantes enseñanzas sobre el ser humano. En este capítulo la moraleja es muy clara: “Para saber a dónde vamos, es bueno saber de dónde venimos”.

El piloto quiere  saber de dónde venía el Principito, pregunta y sin embargo no contesta, se podría decir que este hecho es un primer indicio de que el Principito representa la infancia perdida del autor o de los adultos en general, infancia que todos han tenido alguna vez, pero que nadie sabe a ciencia cierta dónde está, y, lo que es más triste de todo, mucho menos sabe cómo traerla de regreso.

También hay que destacar que el piloto le ofrece al Principito una cuerda para amarrar al cordero. «No es necesario. ¡El lugar donde vivo es tan pequeño!» y «Hacia adelante no se puede ir muy lejos».

Lo anterior es un reflejo de la vida de Saint-Exupéry ya que para él “no sirve de nada ir siempre recto si uno no sabe dónde va, si nada fuerte le impulsa a ir hacia algo, ya sea en busca de un pozo, de una estrella, de Dios”.

Si queremos encontrar sentido a nuestro obrar y a nuestro despliegue personal tenemos que dar respuesta a esta pregunta. Nuestras raíces, nuestro entorno..todo es importante en nuestra realización personal.



CAPÍTULO III



Necesité tiempo para comprender de dónde venía. El principito, que siempre insistía con sus preguntas, no parecía oír las mías. Fueron frases al azar las que, poco a poco, me fueron revelando sus secretos. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de algo demasiado complicado para mí) me preguntó:

–¿Qué cosa es esa?

–Esa no es una cosa. Es un avión, vuela. Es mi avión.

Me sentí orgulloso al decir que mi avión volaba. El entonces gritó:

–¡Cómo! ¿Has caído del cielo?

–Sí –le dije modestamente.

–¡Ah, es curioso!

Y lanzó una graciosa carcajada que de momento me irritó pues me gusta que mis desgracias se tomen en serio.

Después añadió:

–Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De cuál planeta?

Esa pequeña luz iluminó un poco el misterio y le pregunté:

–¿Tú… vienes de otro planeta?

No me respondió; solo movía lentamente la cabeza examinando detenidamente mi avión.

–En esto no creo que puedas venir de muy lejos…Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo. Había sacado de su bolsillo a mi cordero y se abismó en la contemplación de su tesoro.

Imagínense cómo me intrigó eso de: otro planeta. Y me esforcé en saber algo más:

–¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está tu casa? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?

Después de meditar silenciosamente me comentó:

–Lo bueno de la caja que me has dado es que, por la noche, puede servirle de casa.

–¡Sin duda! Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.

–¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!

–Si no lo atas, se irá por donde sea y puede perderse…

Mi amigo empezó a reír.

–¿Y dónde quieres que vaya?

–No sé, a cualquier lado.

Entonces el principito señaló con gravedad:

–¡No importa, mi tierra es muy pequeña!

Y agregó, quizá con un poco de melancolía:

–A donde vaya no puede ser muy lejos.

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La película:



Título original: The Little Princeaka

Año: 1974

Duración: 89 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: Stanley Donen

Guion: Alan Jay Lerner. Cuento: Antoine de Saint Exupéry

Música: Frederick Loewe. Letra: Alan Jay Lerner


Adaptación del cuento homónimo del escritor francés Antoine de Saint-Exupery. Un piloto que tiene que hacer un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara se encuentra con un pequeño príncipe, procedente de otro planeta, que le enseña a descubrir y comprender el sentido de la vida. (FILMAFFINITY)


El 30 de diciembre de 1935, después de un viaje de 19 horas y 38 minutos, Saint-Exupéry y su navegador André Prevot se vieron obligados a realizar un aterrizaje forzoso en la parte de Libia del desierto del Sahara, en camino a Saigón.

Experimentaron alucinaciones visuales y auditivas, para el tercer día estaban tan deshidratados que dejaron de transpirar y finalmente, al cuarto día, un beduino en camello los descubrió, y les salvó la vida.


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jueves, 24 de marzo de 2022

ENCUENTRO DEL AVIADOR Y EL PRINCIPITO, CAPÍTULO II

El encuentro de El Principito con el aviador.

En este fragmento, el narrador nos explica su situación desesperada: siendo piloto de avión se estrelló en medio del Sahara a mil millas del lugar habitado más cercano. Al aviador le exaspera la situación y el miedo a la muerte en el desierto. En cuanto a “el principito”, el carácter del niño evoluciona superando esa precipitación egocéntrica. La muerte en medio del desierto, no importa. La vida es lo que ocurre ahora y todo lo demás no es más que un espejismo en el tiempo.

El aviador que tiene el accidente y se ve obligado a aterrizar en el desierto, sintiéndose como un náufrago en medio del océano, duerme esa noche solo sobre la arena, cuando al amanecer una voz lo despierta con un pedido muy particular: que dibuje un cordero. Pronto se da cuenta de que se trata de un chico que, a pesar de estar en medio del desierto, se encuentra en perfectas condiciones y tiene, como sola urgencia, un dibujo de un cordero.

El aviador en su miedo a morir en medio del desierto, de la nada, deja de captar lo mágico de la situación y adopta una actitud malhumorada y de precipitación. Pintar un cordero en medio del desierto, para el narrador en este inicio del libro, no tiene ningún sentido.

El principito no deja de ponerle pegas a los dibujos.

Finalmente, el narrador dibuja una caja y le dice al niño que el cordero está dentro; el principito queda satisfecho y contempla a su cordero a través de los agujeros en la caja.

El principito también vive en la precipitación. Sus deseos deben cumplirse al instante y no duda en incordiar al piloto perdido con sus críticas y exigencias. Es el egocentrismo infantil que pretende condicionar todo aquí y ahora a las exigencias del yo.

 CAPÍTULO II

Viví así, solo, sin alguien con quien poder hablar verdaderamente, hasta hace seis años cuando tuve una avería en el Sahara. Algo se había estropeado en el motor de mi avión. Como viajaba sin mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar yo sólo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte pues apenas tenía agua pura como para ocho días. La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo.

Estaba más aislado que un náufrago en medio del océano.

Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una vocecita que decía:

–¡Por favor... píntame un cordero!

–¿Eh?

–¡Píntame un cordero!


Me puse en pie de un brinco y frotándome los ojos miré a mí alrededor. Descubrí a un extraordinario muchachito que me observaba gravemente. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer de él, aunque reconozco que mi dibujo no es tan encantador como el original. La culpa no es mía, las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años, cuando sólo había aprendido a dibujar boas cerradas y boas abiertas.

Miré, fascinado, aquella aparición. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo y el muchachito no parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía la apariencia de un niño perdido en el desierto a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Cuando logré, por fin, poder hablar, pregunté:

–Pero… ¿Qué haces tú aquí?

Y él repitió suave y lentamente, como algo muy importante:

–¡Por favor… píntame un cordero!


Cuando el misterio es tan impresionante, uno no se atreve a contravenir. Por absurdo que aquello pareciera, a mil millas de distancia de algún lugar habitado y en peligro de muerte, saqué del bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (algo malhumorado) que no sabía dibujar.

–No importa, ¡Píntame un cordero!


Como nunca había dibujado un cordero, repetí uno de los dos únicos dibujos que era capaz de realizar: el de la boa cerrada. Y quedé absorto al oírle decir:

–¡No, no! No quiero un elefante dentro de una serpiente.

La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra todo es muy pequeñito. Necesito un cordero.

¡Por favor, píntame un cordero!

Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:

–Éste está muy enfermo. Por favor haz otro.

Volví a dibujar.

Mi amigo sonrió gentilmente, con indulgencia, y dijo:

–¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene cuernos…

Realice nuevamente otro dibujo y también fue rechazado como los anteriores.

–Es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

Ya impaciente y deseoso de comenzar a desmontar el motor, tracé rápidamente este dibujo, se lo enseñé, y dije:

–Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro.

Me sorprendí al ver iluminado el rostro de mi joven juez:

–¡Oh, es exactamente como yo lo quería! ¿Crees que se necesite mucha hierba para este cordero?

–¿Por qué?

–Porque en mi tierra todo es muy pequeño…

–Será suficiente. El corderito que te he dado también es pequeño.

Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:

–¡Bueno, no tanto…! ¡Ah, se ha quedado dormido!

Y así fue como conocí al principito.

……………

Bibliografia.

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/ElPrincipito.pdf

 

lunes, 21 de marzo de 2022

CURIOSIDADES SOBRE EL LIBRO DE EL PRINCIPITO. CAPÍTULO I

Mi primer dibujo.

En el primer capítulo del libro, el narrador que como sabemos era el piloto Saint Exupéry, trata de transmitirnos algunas ideas relatando ya aspectos de  su propia infancia.

La idea del niño que todos llevamos dentro sale a relucir, cuando él era niño solía dibujar, él pudo haber sido pintor sino fuera por los adultos,  con 6 años abandonó porque los adultos no entendían sus dibujos y eligió su actual oficio: piloto de aviones.

 La afición por el dibujo vuelve a ponerse de manifiesto cuando encuentra al principito en el desierto y éste le pide que dibuje un cordero...

La inocente historia de El principito nos muestra un mundo paralelo a nuestra realidad, que tiene que ver con la verdadera esencia de todos nosotros, en una reflexión profunda hacia la condición de la naturaleza humana

 

"Las personas mayores no entienden nunca nada por sí mismas, y es cansador, para los niños, darles una y otra vez explicaciones."

-El Aviador


CAPÍTULO I

Cuando yo tenía seis años vi en el libro sobre la selva virgen: Historias vividas, una grandiosa estampa.

Representaba una serpiente boa comiéndose a una fiera.

He aquí la copia del dibujo.


En el libro se afirmaba: “La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego, como no puede moverse, duerme durante los seis meses que dura su digestión”.

Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y logré trazar con lápices de colores mi primer dibujo.

 Mi dibujo número 1 era de esta manera:


Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

–¿Por qué habría de asustarme un sombrero? –me respondieron.

Mi dibujo no era un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante. Entonces dibujé el interior de la serpiente boa para que las personas mayores pudieran

comprender. Los mayores siempre tienen necesidad de explicaciones.

 Mi dibujo número 2 era así:

 


Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, fueran abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta manera, a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor.

Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2.

Las personas mayores son incapaces de comprender algo por sí solas y es muy fastidioso para los niños darles explicaciones una y otra vez.

Así, tuve que elegir otro oficio y aprendí a pilotar aviones.

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Bibliografía:

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/ElPrincipito.pdf

domingo, 20 de marzo de 2022

CURIOSIDADES SOBRE EL LIBRO DE EL PRINCIPITO. DEDICATORIA DEL LIBRO.

Dedicatoria del libro 

El autor del libro,  Antoine de Saint- Exupéry dedica el libro de "El Principito"  a

A León Werth.

“Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una muy seria disculpa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo.

Tengo otra disculpa: Esta persona mayor es capaz de comprender todo, hasta los libros para niños. Y tengo aún una tercera disculpa: Esta persona mayor vive en Francia donde siente hambre, frío y tiene gran necesidad de ser consolada. Más si todas estas  disculpas no fueran suficientes, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue, en otro tiempo, esta persona mayor. Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden).

 Corrijo, entonces, mi dedicatoria:

A León Werth cuando era niño "


¿ Quién era Léon Werth ?

Léon Werth nace en Remiremont en  1872 y murió en  París 1955) fue un novelista, ensayista, crítico de arte y periodista francés. Pero otros calificativos pueden servir mejor para comprender su vida y obra: libertario, antimilitarista, poeta y observador, amigo del pintor Maurice de Vlaminck, de Octave Mirbeau y de Antoine de Saint-Exupéry.

Relación de amistad:

Saint-Exupéry conoció a Werth en 1931, y pronto se convirtió en su mejor amigo. Werth no tenía mucho en común con Exupéry, pues era anarquista, y su padre era judío. Tenía veintidós años más que Saint-Exupery, y un estilo de escritura surrealista.

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Bibliografía:

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/ElPrincipito.pdf

Enlaces consultados:

https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A9on_Werth

https://www.enlacejudio.com/2017/03/13/leon-werth-judio-a-autor-dedico-principito/

FRASES DEL PRINCIPITO DEL CAPÍTULO I

EL PRINCIPITO CAPÍTULO I La historia inicia con los recuerdos del Aviador, personaje desde cuyo punto de vista se narra la acción. Se trat...