El Principito y el guardagujas.
El guardagujas:
Trata el tema de la monotonía de algunas personas, que no hacen nada para cambiar la rutina de sus vidas. Simboliza la prisa y el descontento con uno mismo, por no saber muy bien qué queremos y dónde vamos.
En este capítulo nos transmite varias ideas:
-
Solo
los niños tienen claro lo que buscan. Tienen muy claro lo que quieren y lo que
no quieren y saben aprovechar los momentos importantes porque todavía tienen
esa capacidad de dejarse asombrar por la belleza de lo simple y de lo pasajero.
-
Los
adultos no sabemos muy bien hacia dónde vamos. No somos capaces de valorar lo
que tenemos. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?. Para ser
conscientes de qué hacemos con nuestras vidas, deberíamos plantearnos en algún
momento estas profundas preguntas.
CAPITULO XXII
- Buenos días – dijo
el principito.
- Buenos días – dijo
el guardagujas.
- ¿Qué haces aquí ? –
preguntó el principito.
- Distribuyo los
pasajeros, por paquetes de mil – dijo el guardagujas. - Despacho los trenes que
los transportan, unas veces hacia la derecha, otras veces hacia la izquierda.
Y un rápido iluminado,
rugiendo como el trueno, hizo temblar la cabina de cambio de agujas.
- Están bien apurados
– dijo el principito. – Qué buscan ?
- El mismo hombre de
la locomotora lo ignora – dijo el guardagujas.
Y rugió, en sentido
inverso, un segundo rápido iluminado.
- Ya vuelven? –
preguntó el principito...
- No son los mismos –
dijo el guardagujas. – Es otro convoy.
- No se sentían bien,
ahí donde estaban ?
- Uno nunca se siente
bien en el lugar donde está – dijo el guardagujas.
Y rugió el trueno de
un tercer rápido iluminado.
- Persiguen a los
primeros viajeros ? – preguntó el principito.
- No persiguen nada de
nada – dijo el guardagujas. – Duermen allí adentro, o bien bostezan. Sólo los
niños aplastan sus narices contra los cristales.
- Sólo los niños saben
lo que buscan – dijo el principito. – Pierden tiempo en una muñeca de trapo, y
ella se vuelve muy importante, y si alguien se las saca lloran...
- Tienen suerte – dijo
el guardagujas.
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